E ultreia e suseia!

Además de momentos de silencio y reflexión, el Camino nos brinda momentos de exaltación y alegría. Por todos es sabido que a lo largo de las etapas se recurre al uso de cantos e himnos para hacer más llevaderos los kilómetros.

En esta ocasión quiero hablaros de una pieza del Codex Calixtinus (también llamado «Liber Sancti Jacobi). Este manuscristo francés del siglo XII está albergado en la catedral de Santiago. Está compuesto por cinco “libros”: El primero es de carácter litúrgico, el segundo hagiográfico (vidas de los santos), el tercero y cuarto de naturaleza histórica y el quinto es una especie de guía para el peregrino. Cuenta también con dos apéndices. El segundo apéndice contiene sólo un canto, el “Dum Pater familias”, probablemente el himno más conocido del manuscrito.

Continuar leyendo «E ultreia e suseia!»

Compártelo ...

San Juan Bautista: brújula segura en el Camino

La mano de Dios está en Juan. A él toca regar y preparar la tierra para que venga el Mesías. Dios se vale de personas como el Bautista, que se convierten en riego, agua, frescura en medio de los desiertos de la vida.

Juan estuvo siempre en las manos de Dios. De hecho, se jugó la vida por él. No hubo protagonismos ni intereses que despistaran su vivir desde la voluntad del Padre. Así era Juan, hombre hecho y derecho, confiado, atento, oyente, curtido en el desierto. Hombre de Dios, referido a Él y referente para muchos.

Continuar leyendo «San Juan Bautista: brújula segura en el Camino»

Compártelo ...

15. Sólo quedas tú

Tema publicado con la autorización de «Ixcís»

«En Dios está el descanso de mi alma, de Él viene mi salvación. Él solo es mi roca, mi salvación, mi alcázar; no vacilaré» (Sal 62,3)

Jesús de Nazaret no es de los que sale corriendo cuando las cosas se ponen feas. Él se queda.  Se queda cuando muchos abandonan por la dureza de su mensaje o cuando le vende uno de los suyos. Su amor está hecho de permanencia.

Por eso, cuando todo se nos cae a nuestro alrededor, podemos percibir tal vez con más fuerza cómo su sola presencia nos sostiene, cómo su mirada nos levanta de nuevo. Y así, despojados de lo que creíamos imprescindible, lo descubrimos en el lugar que le corresponde en nuestra vida.

«Al fin, en la raíz, en lo hondo, sólo quedas Tú.
Sólo tu sueño me deja abrir los ojos,
sólo tu mirada acaricia mi ser,
sólo tu amor me deja sereno,
sólo en Ti mi debilidad descansa
y sólo ante Ti la muerte se rinde.
Sólo Tú, mi roca y mi descanso.»

Javier Montes, sj

Susana Melero Leal

Compártelo ...