20. Un amor a recorrer

Tema publicado con la autorización de «Brotes de Olivo»

Felices, desde la libertad que nace del desapego a las seguridades de una vida plana y previsible (Mt 6, 1-32).

Confiados, descansados en un Dios Padre-Madre que proveerá lo necesario cada día.

Comprometidos en la denuncia de las injusticias desde la mansedumbre y la humildad (Mt 11, 29).

Consagrados a la dignificación de los pobres desde una opción valiente por vivir con sencillez… (Mt 5,3).

Precursores de una humanidad nueva, las misioneras y misioneros transitan la tierra con paso ligero y huella profunda. Ponen carne y verdad a las palabras del profeta:

«¡Qué bellos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia la salvación y dice a Sión: «Ya reina tu Dios»!

Susana Melero Leal

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19. Ángeles visibles

Tema publicado con la autorización de «Alfonso Moreno» y «Hnas. del Santo Ángel de la Guarda»

«No se te acercará la desgracia ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos». (Sal 91, 10-11)

Existen y nos asisten. Más allá de lo corpóreo, se intuye su presencia de muchas formas:  en visitas que anuncian algo sorprendente que se acoge entre el desconcierto  y la esperanza (Lc 1, 26-38); en respuestas creativas insospechadas que aportan soluciones a callejones sin salida; disolviendo situaciones de tensión o desencuentro con alegría desbordante o sentido del humor; como acontecimiento inusual que resuelve lo que antes sólo era fracaso y confortando o sosteniendo  los momentos en que se está al límite (Lc 22, 43).

Pero, a veces , cambian sus alas por manos y pies y, desde un corazón de servidores como el suyo, se hacen cercanos, prójimos, tangibles, «realizando acciones ordinarias de manera extraordinaria» (cardenal Van Thuan).

De un modo u otro hacen concreta la Providencia del Padre perfumando los días de divinidad.

Susana Melero Leal

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18. Eso es amor

Tema publicado con la autorización de «Edén»

«… eso es amor, quien lo probó lo sabe» (Lope de Vega, Rimas)

Respuesta, libertad, proximidad, compasión, ternura, cuidado, fidelidad, permanencia, compromiso, libertad, encuentro, reconciliación… Cientos, miles de palabras vertidas en mares de tinta a lo largo de la historia de la humanidad no han conseguido sino aproximarnos al contenido de la palabra «amor», sin abarcarlo alguna vez por completo. Y es que para amar se necesita algo más que palabras.

Dentro de cada uno de nosotros hay como semilla una conexión profunda con lo divino que nos hace responder a la injusticia con misericordia, a la violencia con gestos de paz; que silencia el odio con la fuerza del perdón. A diario vemos personas que nos muestran esa capacidad inmensa del ser humano para el bien y con sus experiencias transformadoras nos hacen «arder el corazón» (Lc 24, 32).

El amor nos da el encuentro en el camino y es el mejor carburante para avanzar.

Susana Melero Leal

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17. La verdad de nuestro andar

Tema publicado con la autorización de «Manolo Copé»

«… Y a donde yo voy ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí». (Jn 14, 1-6)

No siempre caminamos, aunque se muevan nuestros pies. Hay senderos amables, adecuados en apariencia pero que se truncan o terminan en un punto y no nos conducen a ninguna parte. Y otros laberínticos que se agotan al recorrerlos, porque tampoco tienen puerta de salida. A veces transitamos también vías rápidas, muy amplias donde no pisamos el suelo y el sentido del viaje se pierde … Porque caminar es avanzar, con conciencia de cada paso y con un horizonte claro al que dirigirnos.

Pero Jesús nos saca de las ensoñaciones y despistes con una rotundidad aplastante. No lo muestra o lo relativiza: Él es el Camino. Estar con Él y en Él es garantía de seguridad. No nos perdemos si vamos por Él.

Tampoco nos dice la verdad; Él es la Verdad. Y hace nuestra vida auténtica si está presente en ella. Haciendo nuestra ésta afirmación caminaremos en la verdad («Todo el que es de la verdad escucha mi voz» Jn 18, 37)

Susana Melero Leal

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16. Centro

Tema publicado con la autorización de «Susana Melero»

«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro respondió: «¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo!»   (Mt 16, 15-16)

Cuántas veces, a lo largo del camino nos resuena esta pregunta en lo profundo… Conviene recordar, «pasar de nuevo por el corazón» el enamoramiento de la primera llamada y contemplar cómo prendió, iluminó y dio sentido al tramo recorrido.

¿Qué me queda hoy de todo eso?

¿Dónde te sitúo, Señor? ¿En el núcleo de mi existencia, dando vida y verdad a cuanto siento y emprendo o en la tibia  periferia, donde coloco también las aficiones, tradiciones,  costumbres…?

¿Mi fe de hoy es una fe de inercias y descubrimientos prestados o se amasa en el encuentro contigo? (Jn, 20) ¿Se agranda en los contratiempos o se proclama con la boca pequeña para «no herir la sensibilidad» de los que no la tienen?

¿Quién digo yo -con lo que vivo y lo que sueño- que eres Tú para mí?

Susana Melero Leal

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15. Sólo quedas tú

Tema publicado con la autorización de «Ixcís»

«En Dios está el descanso de mi alma, de Él viene mi salvación. Él solo es mi roca, mi salvación, mi alcázar; no vacilaré» (Sal 62,3)

Jesús de Nazaret no es de los que sale corriendo cuando las cosas se ponen feas. Él se queda.  Se queda cuando muchos abandonan por la dureza de su mensaje o cuando le vende uno de los suyos. Su amor está hecho de permanencia.

Por eso, cuando todo se nos cae a nuestro alrededor, podemos percibir tal vez con más fuerza cómo su sola presencia nos sostiene, cómo su mirada nos levanta de nuevo. Y así, despojados de lo que creíamos imprescindible, lo descubrimos en el lugar que le corresponde en nuestra vida.

«Al fin, en la raíz, en lo hondo, sólo quedas Tú.
Sólo tu sueño me deja abrir los ojos,
sólo tu mirada acaricia mi ser,
sólo tu amor me deja sereno,
sólo en Ti mi debilidad descansa
y sólo ante Ti la muerte se rinde.
Sólo Tú, mi roca y mi descanso.»

Javier Montes, sj

Susana Melero Leal

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