María: atajo obligatorio del Camino

Estamos en el mes de mayo, consagrado por la piedad de los fieles a María Santísima. Aunque la tradición de la devoción de treinta días a María, Tricesimum, se remonta al siglo XII, no será hasta el siglo XVII cuando se generalice la costumbre de honrar a la Reina del Cielo durante todo el mes.

Como peregrinos de la Pascua –en el tiempo del aleluya– hacia Pentecostés, un tiempo en el que María tendrá una nueva experiencia del poder creador del Espíritu Santo con vistas a la fecundidad de su maternidad divina (Juan Pablo II, 1987), nos vamos a encontrar con la Madre de Jesús en el parteluz del Pórtico de la Gloria, en el que aparece una representación del Árbol de Jesé, que nos explica plásticamente la Genealogía de Cristo, de acuerdo con el comienzo del Evangelio de San Mateo (Mt 1, 1-17) y con una metáfora vegetal que proviene de una profecía de Isaías (Is 11, 1).

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Santa María: la mejor compañía en el Camino

Al iniciar el Camino nos ponemos en las manos de la Virgen María, ella será nuestra mejor compañera en los momentos de alegría y en los de dificultad. Como en la preciosa imagen del siglo XIV de la Iglesia Colegiata de Nuestra Señora de Roncesvalles, entraremos en diálogo con ella como el Niño que acoge maternal y juguetonamente en sus brazos. Como bien dice el Papa Francisco en su exhortación sobre la santidad: “La Madre no necesita de muchas palabras, no le hace falta que nos esforcemos demasiado para explicarle lo que nos pasa. Basta musitar una y otra vez: Dios te salve, María …”.

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«Canción de cuna» de la muerte

Gabriel Fauré – Requiem op. 48 (1893). Dirigida por el maestro Philippe Herreweghe, Orchestre Des Champs Elyséesy, La Chapelle Royale.

Iniciamos el Camino de Santiago desde Francia, donde el compositor Gabriel Fauré escribió su Requiem op. 48. Considerada una «misa de difuntos», Fauré concibe la muerte como liberación del espíritu y por ello elimina el miedo al tránsito y lo transforma en un momento donde la persona fallecida alcanza un estatus superior lleno de paz y felicidad.

Se divide en los siguientes movimientos: I. Introit et Kyrie; II. Offertoire; III. Sanctus; IV. Pie Jesu; V. Agnus Dei et Lux Aeterna; VI. Libera Me; VII. In Paradisum.

Comenzó a componerlo tras la muerte de su padre (1886). Al escucharlo traslada al oyente a un estado de relajación absoluta pudiendo elegir concentrarse en la letra o bien en esa áurea propia de tranquilidad para elevar el espíritu gracias a la Música. Los momentos más sobrecogedores, para mí, son la petición de eterno descanso, la llamada de Dios y la llegada al Paraíso.  Os animo a que disfrutéis de ésta joya musical.

Carlos J. Fernández Cobo

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Los Peregrinos: Monte do Gozo

Autor: José María Acuña López (Pontevedra 1903 – Vigo 1991); año: antes de 1991 (llevadas a su localización actual, el Monte do Gozo, en el año 1993); material: bronce.

Has llegado al Monte do Gozo, el primer lugar desde el que se pueden apreciar las torres de la Catedral compostelana. A tus espaldas cargas la mochila, el cansancio, la meteorología, los kilómetros caminados. Desde el punto exacto en el que se encuentran estos dos peregrinos de bronce puedes observar la ciudad de Santiago.

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Santiago peregrino: La meta del Amor

La figura del Apóstol peregrino nos sale al encuentro para que, a través de su itinerario, podamos acercarnos más a Jesús. Santiago abandonó otros caminos para dejarse guiar por el que es “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14,6).

Santiago junto con su hermano Juan, los Zebedeos, son personas de carne y hueso. Con una madre de carne y hueso, muy propia: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda» (Mt 20,21). O sea, en los mejores puestos. ¡Menuda aspiración que tenía la buena señora!

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1. Deseos

Tema publicado con la autorización de Maite López

Los deseos, como las necesidades, son motores que sacuden el polvo de nuestra comodidad. Pero, a diferencia de aquellas, laten al ritmo de los sueños y los sueños llenan los vacíos de posibilidades.

Como semillas,  tarde o temprano nos hacen germinar preguntas dentro para orientar nuestras miradas y sacan lo mejor de nosotros lanzándonos a una búsqueda de plenitud.

Acoger nuestros deseos nos pone en camino … ¡Estamos en marcha!

Susana Melero Leal

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