«El Enviado» a los confines del mundo

En la columna central del pórtico –el parteluz que divide la puerta central en dos– nos encontramos con la espléndida figura sedente y serena del Apóstol Santiago, como patrono de la basílica catedral compostelana, en actitud de espera y de acogida de los peregrinos. Coronado con una aureola de bronce con incrustaciones de vidrio, sostiene en su mano derecha un pergamino con la inscripción “el Señor me envió. Como el Padre me envió, también yo os envío (Jn 20, 21), y lo envió a anunciar el Evangelio en los confines del mundo conocido. Santiago el hijo del Zebedeo es un enviado, que es lo que quiere decir la palabra griega apostoloi, un ministro de la nueva alianza (2 Cor 3, 6). En su mano izquierda sostiene un cayado terminado en forma de letra hebrea Tau, símbolo de la cruz de Cristo, que anticipa el triunfo del nuevo Adán sobre el pecado, al que hacen alusión las tentaciones representadas en el capitel que enmarca su cabeza, y la muerte, como lo atestigua la imagen de Jesucristo resucitado del tímpano central, rodeada de los cuatro evangelistas, entre los que se encuentra Juan, el hermano de Santiago quien, con la Virgen María, se encontraba al pie de la cruz cuando murió Jesús.

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Trinitas Paternitas: ternura materna infinita

El último domingo del pasado mes de mayo celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad. Un mes fecundo en festividades religiosas, enriquecidas por el Papa Francisco con la instauración de una nueva fiesta mariana: Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, a celebrar el lunes siguiente a Pentecostés, en relación con la fecundidad de la maternidad divina de María, a la que hicimos alusión en la entrega anterior.

En efecto, la Madre, que estaba junto a la cruz (Jn 19, 25), aceptó el testamento de amor de su Hijo y acogió a todos los hombres y mujeres, personificados en el discípulo amado, como hijos e hijas para regenerar a la vida divina. Continuar leyendo «Trinitas Paternitas: ternura materna infinita»

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María: atajo obligatorio del Camino

Estamos en el mes de mayo, consagrado por la piedad de los fieles a María Santísima. Aunque la tradición de la devoción de treinta días a María, Tricesimum, se remonta al siglo XII, no será hasta el siglo XVII cuando se generalice la costumbre de honrar a la Reina del Cielo durante todo el mes.

Como peregrinos de la Pascua –en el tiempo del aleluya– hacia Pentecostés, un tiempo en el que María tendrá una nueva experiencia del poder creador del Espíritu Santo con vistas a la fecundidad de su maternidad divina (Juan Pablo II, 1987), nos vamos a encontrar con la Madre de Jesús en el parteluz del Pórtico de la Gloria, en el que aparece una representación del Árbol de Jesé, que nos explica plásticamente la Genealogía de Cristo, de acuerdo con el comienzo del Evangelio de San Mateo (Mt 1, 1-17) y con una metáfora vegetal que proviene de una profecía de Isaías (Is 11, 1).

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Un ángel nos anuncia la meta

Estamos celebrando la Pascua: El ángel con la trompeta del Pórtico de la Gloria proclama, y nosotros con él, que ¡Cristo ha resucitado!

La vida del cristiano se comprende y se vive a partir de la meta. Y la meta del Camino al Campus Stelae se materializa plástica y simbólicamente en esa Jerusalén Celeste que constituye el Pórtico de la Gloria: la cripta, el pórtico y la tribuna, es decir, la Tierra, el Juicio Final y el Paraíso. In paradisum deducant te Angeli, que a tu llegada te reciban los mártires y te guíen a la ciudad santa de Jerusalén.

Camino y peregrinación van indisolublemente ligados: somos homo viator, vamos encaminados por una vía, y esa vía es Cristo resucitado: camino, verdad y vida. Seguirlo sin extraviarnos (extra, fuera; vía, camino) nos conduce al pórtico que nos introduce directamente en la visión de Dios Padre. Este gran mensaje de salvación, la muerte ya no tiene la última palabra, ha sido proclamado por los múltiples y variados lenguajes de las artes desde los orígenes del cristianismo.

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AcompañArte – A partir de la meta

Hay una cuestión que está frecuentemente presente en las discusiones de los peregrinos ¿qué es más importante, el final o el camino? Ésta pregunta desaparece por sí misma cuando, por última vez, el peregrino carga su mochila a la espalda y como etapa final, sube la escalera monumental que le conduce al umbral del santuario. Y allí, desbordante de alegría de haber llegado, ¡descubre que le estaban esperando! Es acogido personalmente por el Apóstol, sentado en majestad y a su alrededor, está reunida la corte celestial: Cristo, los evangelistas, los ángeles y los ancianos del Apocalipsis que cantan y tocan con sus instrumentos «un cántico nuevo».

Nuestra sección se abre con el «Pórtico de la Gloria«, porque la vida se comprende a partir de la meta. Si sabes dónde vas puedes intuir la ruta a seguir.

Francisco Ramón Durán Villa, actual Decano de la Facultade de Xeografía e Historia,  nos irá introduciendo poco a poco en ésta maravillosa obra de arte. Iniciamos el próximo MES DE ABRIL.

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