Con Clara de Asís en el Camino

El Camino nos recuerda el desprendimiento, la desposesión, caminar con lo indispensable: «Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa». Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes» (Lc 9, 1-6).

Este ideal de vida lo hizo suyo Santa Clara, San Francisco de Asís y sus muchos seguidores, discípulos de Jesús, a lo largo de la historia. Santa Clara nació el año 1193, en un palacio señorial de Asís, después de una infancia feliz, a los 18 años, fuertemente impresionada y atraída por el ideal de Francisco, quiso seguir su vida de pobreza para lo cual huyó una noche de su palacio para consagrarse al Señor. Con Jesús Eucaristía en sus manos, salvó de la invasión de los sarracenos su propio convento y la ciudad de Asís. Fue entonces cuando oyó de labios de Jesús aquellas consoladoras palabras: “Yo seré siempre vuestra custodia”.

En la preciosa iglesia de inicios del siglo XIV de las Clarisas de Castrojeriz (Burgos), podemos hacer una parada, rezar con las monjas y dialogar sobre el sentido de lo esencial que una vida en pobreza suele revelar.

Fernando Cordero Morales ss.cc.

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