Obra: Los Músicos de Bremen; autor: Gerhard Marcks; lugar: Bremen (Alemania); año: 1951
Los hermanos Grimm escribieron un cuento muy famoso, cuyos protagonistas eran cuatro animales (un gallo, un gato, un perro y un burro). Como eran ya mayores, los dueños de estos animales deciden sacrificarlos pero, afortunadamente, logran escapar y encontrarse en el medio del campo, convirtiéndose, en medio de la dificultad, en amigos incondicionales. Lo que refleja la estatua es el momento en que se suben a lomos, formando esa torre con la que asustan a los bandidos.
Aunque en el cuento los animales no saben si han llegado finalmente a Bremen, la casa en la que se refugian, se convierte en un hogar para ellos, en una comunidad en la que descansar y acompañarse en la vejez.
Mirando a los Músicos de Bremen, recuerdo cómo mi padre nos contaba este cuento: nunca nos cansábamos de oírlo, con todos los sonidos de los animales incluidos, las preguntas que nos hacía para ver si recordábamos lo que nos había contado la última vez, la emoción de saber que aquellos animalitos habían logrado permanecer juntos, sobrevivir, defenderse …
Podría hablaros de la escultura que está frente a esta, la Estatua de Rolando, nombrada por la Unesco, Patrimonio de la Humanidad en el año 2004. No hay duda de que será más conocida, y su relevancia histórica es mucho mayor. Sin embargo, prefiero quedarme con la comunidad, familia, que representan los cuatro animales de los Hermanos Grimm. Quizás porque los músicos de Bremen también tuvieron que “peregrinar” de manera obligada, o porque el sacrificio de los mayores aún está muy presente después de todas estas semanas (y ojalá lo sigamos recordando), o, porque siendo tan distintos, me recuerdan a aquellos primeros amigos de Jesús que recibieron el tremendo encargo de salir, de echarse al camino para, a pesar de los peligros, compartir todo lo bueno que habían recibido. Como hizo (y aún hace mi padre) conmigo.
Los cuentos, los aprendizajes significativos, se quedan con la persona toda la vida. Seguro que, por esta razón, porque Jesús fue un aprendizaje muy significativo en todas las dimensiones del ser humano, para los discípulos, hoy lo siguen siendo para nosotros.
¿De quién has recibido ese «ser comunidad», «ser familia»? ¿Cómo conviertes en significativo para los demás el mensaje y la vida de Jesús?
Fátima Noya Varela