El mes de noviembre, lo dedicamos a todos los fieles difuntos. Musicalmente, os invito a prepararnos a través del Réquiem en re menor de Gabriel Fauré, y más en concreto de su Pie Jesu.
Fauré escribió su Réquiem entre 1886 y 1888. El inicio de su composición se produjo tras la muerte de su padre y, antes de terminarla, su madre también falleció.
Fauré hizo tres arreglos de su Réquiem: el primero es el original y el más corto, compuesto para coro, órgano, violines, timbales y arpa. El segundo, de 1893, añadió un barítono el sexto movimiento, además de trompetas, trompas y fagotes. El tercer arreglo (que parece haber sido diseñado por uno de sus alumnos) añade más instrumentos de viento, metales y cuerdas.
Este Pie Jesu que os propongo está interpretado por Philippe Jaroussky, uno de los contratenores más destacados del panorama musical, así como la Orchestre de Paris en manos de Paavo Jarvi.
Os invito a tener siempre presente las sabias palabras del propio Fauré acerca de su Réquiem: “Se ha dicho que mi Réquiem no expresa el miedo a la muerte y ha habido quien lo ha llamado «un arrullo de la muerte». Pues bien, es que así es como veo yo la muerte: como una feliz liberación, una aspiración a una felicidad superior, antes que una penosa experiencia. (…) En cuanto a mi Réquiem, quizás también he querido yo escapar del pensamiento más habitual, ¡después de tantos años acompañando al órgano servicios fúnebres! Me lo sé todo de memoria. Yo quise escribir algo diferente”.
Veamos, pues, la muerte no como un final sino como un paso a la vida eterna, donde existe la felicidad plena y donde nos encontraremos con el Padre.
Adrián Regueiro García