Assumpta est Maria

En el mes de agosto tiene lugar una de las celebraciones más solemnes de la Iglesia: la Asunción de la Virgen María, que fue definida como dogma de fe por el papa Pío XII en el año 1950. La Asunción se refiere cuando el cuerpo y el alma de María suben al cielo al final de sus días. Muchos teólogos piensan que la Virgen murió para asemejarse a Jesús, pero otros sostienen que ocurrió el “Tránsito de María” o “Dormición”, que se celebra en Oriente ya desde los primeros siglos. En lo que ambas posturas coinciden es que la Virgen María, por un privilegio especial de Dios, no experimentó la corrupción de su cuerpo y fue asunta al cielo, donde reina y vive gloriosa, junto a Jesús.

Precisamente, una de las antífonas de las Vísperas de la Asunción dice: Assumpta est Maria, in coelum. Gaudent angeli, laudantes benedicunt Dominum, que puede traducirse como “María asunta a los cielos. Los Ángeles se alegran mientras alaban y bendicen al Señor”.

Con este texto sacado de la antífona mariana, el gran compositor italiano G. P. da Palestrina (compositor renacentista de música religiosa católica, reconocido por sus composiciones polifónicas) nos dejó esta pieza musical que hoy os presento: un Assumpta est Maria, a seis voces.

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Santo Domingo: el rosario de la vida

Caminando por la Calle Real de Castrojeriz nos encontramos con la iglesia de Santo Domingo. Esta edificación es de estilo gótico y aunque sus bóvedas son del siglo XVIII, se hicieron con unos patrones antiguos. Anteriormente tenía un alfarje mudéjar que recubría sus techos. Este fue sustituido por el actual abovedamiento de piedra.

Lo mas bello que posee este templo es sin duda la portada de estilo gótico plateresco español.

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17. La verdad de nuestro andar

Tema publicado con la autorización de «Manolo Copé»

«… Y a donde yo voy ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí». (Jn 14, 1-6)

No siempre caminamos, aunque se muevan nuestros pies. Hay senderos amables, adecuados en apariencia pero que se truncan o terminan en un punto y no nos conducen a ninguna parte. Y otros laberínticos que se agotan al recorrerlos, porque tampoco tienen puerta de salida. A veces transitamos también vías rápidas, muy amplias donde no pisamos el suelo y el sentido del viaje se pierde … Porque caminar es avanzar, con conciencia de cada paso y con un horizonte claro al que dirigirnos.

Pero Jesús nos saca de las ensoñaciones y despistes con una rotundidad aplastante. No lo muestra o lo relativiza: Él es el Camino. Estar con Él y en Él es garantía de seguridad. No nos perdemos si vamos por Él.

Tampoco nos dice la verdad; Él es la Verdad. Y hace nuestra vida auténtica si está presente en ella. Haciendo nuestra ésta afirmación caminaremos en la verdad («Todo el que es de la verdad escucha mi voz» Jn 18, 37)

Susana Melero Leal

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El pin del «Pelegrín»

Obra: «Pelegrín»; autor: Luis Carballo; año Xacobeo, 1993

Me vas a permitir que, en esta ocasión, abra el baúl de la nostalgia. No tanto para nadar en el mundo de los recuerdos con la finalidad de entristecernos, sino como camino para reivindicar lo popular, lo que está al alcance de todo el mundo, y lo que constituye una anécdota con la que alimentar a los más jóvenes y recordar a los adultos que no hace mucho, teníamos su edad.

He leído que existe en Andorra un museo del pin. Automáticamente, nuestro cerebro asocia la palabra museo a lo que debe ser recordado y conservado, por su valor artístico, histórico, natural… Si has vivido la adolescencia y juventud en los años noventa del siglo pasado, recordarás el ansia por llenar los lapiceros, mochilas y cazadoras con pines, cuantos más mejor, y cuanto más difíciles de conseguir también. Eran las medallas-condecoraciones de la adolescencia.

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¡Oh, Glorioso Apóstol Santiago!

Este mes de julio siento la necesidad de dedicar mi publicación mensual al Apóstol Santiago, en su día grande, el 25 de julio.

En la Catedral de Santiago se dedica una Novena en honor al Apóstol Santiago desde 15 al 23 de julio, solemnizada por la Capilla Musical y el salmista de la Catedral (así como el acompañamiento del órgano) con las antífonas del muy ilustre D. Nemesio García Carril, antiguo organista del templo. El día 24 se interpretan las Solemnes Vísperas, con composiciones sacadas del propio Archivo de la Catedral, y que en su día resonaban entre las piedras del templo.

Dentro del Códice Calixtino también encontramos numerosas obras dedicadas al Patrón de España (el Psallat chorus celestium; el Alleluia, Gratulemur et laetemur; o la obra Al Apóstol más excelso de Vaquedano) pero, si hay una pieza dedicada al Apóstol que sea especialmente conocida es, sin duda alguna, el Himno al Apóstol Santiago, compuesto en torno a 1920 por el entonces maestro de capilla Manuel Soler Palmer, sobre letra del médico compostelano Juan Barcia Caballero.

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San Fermín: el arte de ser misionero

San Fermín es muy querido. En Pamplona descubrimos la Capilla de San Fermín, en la Parroquia de San Lorenzo, que presenta una planta característica del barroco: una cruz griega inscrita en un cuadrado, en su caso prolongada por un tramo de comunicación, que enlaza con el templo parroquial. La planta cruciforme se aprecia claramente al exterior. Rodea al edificio un cuerpo cuadrangular, que deja visibles dos de sus lados, puesto que los otros dos están ocupados de una parte por el templo de San Lorenzo, y caserío de la otra. Esta doble ala, con pretensiones de palacio, consta de dos pisos, el inferior de piedra con grandes arcadas, y el superior, de ladrillo y con vanos rectos, unas y otros enrejados. El testero -al igual que su paño contiguo- presenta un óculo entre las armas heráldicas de Pamplona. Los muros de ladrillo se rematan en frontones triangulares. Por encima se alza el tambor octogonal y la linterna, ésta última reedificada entre 1823 y 1824.

Si al pasar por Pamplona os da tiempo, no dudéis en hacer una paradita y rezar a san Fermín.

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