30. Todo va a ir bien

«La esperanza no defrauda».  No está fundada sobre aquello que nosotros podamos hacer o ser y, mucho menos, creer.  Su fundamento… es el amor que Dios mismo nutre en cada uno de nosotros. (Papa Francisco)

Todavía no ha salido el verano por las puertas y la amenazadora realidad que nos envuelve, parece sacudir bruscamente su letargo indolente: nueva escalada de contagios, aulas y negocios que se cierran, despidos, celebraciones canceladas…ilusiones por docenas que se vuelven a meter en un cajón.

Pero no podemos dejar de sonreír, aunque la inseguridad o el desasosiego amenacen con quedarse a vivir. Aunque se congelen los proyectos y la pobreza se convierta en la mayor de las pesadillas.

Todo irá bien si no lo hacemos solos sino tejiendo redes de empatía, cuidado y solidaridad. Porque «hay certezas que nos dan la libertad, que nos hablan de utopías, que contagian valentía, que nos muestran un camino por andar». Es tiempo de agrandar el corazón; absténganse mediocres.

«No podemos dejar que la tristeza venza la partida. Más que nunca, ahora, toca buscar la alegría verdadera de estar vivos y tener motivos» (Jose Mª Rodríguez Olaizola)

Susana Melero Leal

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San Gil, subir al monte, lugar de encuentro

La iglesia de San Gil se encuentra en la cuesta que asciende hacia el cerro de San Miguel, junto al arco del mismo nombre, pese a su austeridad exterior constituye unos de los templos más bellos de la ciudad de Burgos.

El templo se levanta en un pequeño montículo. En lo alto del monte, lugar de las bienaventuranzas, lugar privilegiado de encuentro con Dios. Necesitamos subir al monte para descubrir su presencia en esta naturaleza urbana de Castilla.

San Gil fue un abad benedictino y eremita de origen griego que vivió entre los siglos VI y VII. Algunas devociones populares resaltan su bondad cristiana, misericordia, delicadeza que demostraba con los pecadores y la llamada a la conversión.

A este santo se le atribuyen algunos milagros y fue llamado por la sociedad “Abogado de los pecadores”, específicamente por haber ayudado en su conversión de un rey; “Protector de pobres, tullidos, arqueros”, por haber sido herido por una flecha; “Abogado contra el miedo y el incubo”, por ayudar a una cierva en peligro; y “Defensor contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia”, llamada «mal de San Gil».

Con San Gil subimos al monte, a implorar la salud y la misericordia de Dios.

Fernando Cordero Morales, ss.cc.

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